Hate

Antes odiaba todo el rato, tenia una capacidad de odio q se tragaba mi capacidad de amor. Siempre he creído que ambas cosas son solo un solo gran pastel y que si uno destina mucha energía en uno, anula lo otro. Y creo que es como con la dieta, debe haber equilibrio, porque nada puede ser puro amor tampoco.

Una vez le leí una columna a la ale costamagna sobre que lo opuesto al amor no era el odio, porque ambas eran una manifestación de lo mismo. Lo contrario al amor según la ale es la soledad. Porque si uno odia o ama, al final la atención siempre está focalizada en alguien. Aunque no estés con la persona, estás preocupado de ella y eso te hace no estar solo. El hecho es que antes odiaba todo el tiempo y ahora me cansa hacerlo. El odio desgasta, cansa, desvía la atención, las mismas características que el amor, pero con una sensación menos grata. Y créanme porque en odiar soy experto y en amar un cojo.

No se mucho adonde voy, pero esa es la gracia de un blog según los cuatrocientos mil reportajes que salen ahora sobre los blogs (yo hice uno el 2003, ejem). Si yo fuera el de antes empezaría a odiarlos y creería que la blogósfera es un universo autoreferente como el de la tele donde de lo único que se habla es de la blogósfera y de cómo va a cambiar al mundo y de qué significa tener uno, etc, etc, etc. Pero ya no soy bueno para odiar y amo mi blog y amo que la gente ame los suyos.

No lo había escrito pero tengo otro trabajo. O sea, donde mismo pero en otra sección. No duro más de dos años en ningún lado (1 en la radio, 2 en la zona papel, 2 en sociedad). Y se supone que voy a tener una vida estable. Y a la Fran también le salió pega en otro lado y a la Paz, lo mismo y la Pepa volvió sin dramas y Can amplió su campo de visión y cuando se amplía se ve con perspectiva y se sabe donde ir. Me gusta la actitud del tipo de 24 Hour Party People, cuando sale de su pega de mierda y dice “vivo en la mejor época de la historia de la humanidad” o termina con su novia después de perder a Ian Curtis y sabe que viene un nuevo comienzo. Ese soy yo, Vadim Vidal despachando desde la república del optimismo.