NoEsContraTí.EsContraElSistema

sábado, noviembre 13, 2004

Alejandra

esta colu la escribi hace tiempo. si clickean van a la pag donde salio.


A la Alejandra la conocí el 89, cuando llegué a mi colegio nuevo. Estaba en el curso de abajo. Era bonita, de cara redonda, cuerpo bien formado y lindos pechos. No era la más popular del colegio, pero estaba en el segundo escalafón. Tenía otras dos hermanas, una que iba en el curso de arriba (que estaba en el primer escalafón) y una que iba en la básica (que al final fue la más linda de las tres y parece que la mejor). Me gustaba. O sea, yo era un don nadie, un gordito callado que con el paso del tiempo sería un poco mejor, pero básicamente un tipo silencioso con algo de ingenio. Me gustaba cuando reía, se le formaban dos orificios en las mejillas, tenía rostro y formas alegres. Pero era triste.

Cuando repetí tercero medio, llegué a su mismo curso, nos hicimos medio amigos. Me sentaba detrás de ella y le desabrochaba los sostenes, le hacía bromas pero sin la carga de malicia adecuada como para que me interpretara como un pretendiente. Después se puso a pololear con el Manolo, otro repitente que quería acercarse a los ganadores, pero ellos no le perdonaban que pololeara con ella. Muy redonda para un winner. Así que la dejó y se engrupió a la Yaninna, la flor de los terceros medio.

En mi nuevo curso había una costumbre privativa para los que venían desde kinder: un cuaderno de confesiones. La Alejandra escribió en él y llegó a manos de la Yaninna, creo que lo hizo con esa intención. Ahí decía (después lo leí yo y el que quiso hacerlo), que Manolo era su amor verdadero y que algún día lo recuperaría y volvería a ser feliz. Después la Ale se transformaría en una mina pegada y molestosa que lentamente saldría de la mente de los varones del San Agustín.

Salimos del colegio. Nada fuera de lo común. Palabras de agradecimiento, bienvenida al mundo adulto y defraudarse. Los fundadores siguieron reuniéndose y los demás vagamos de amistades en amistades hasta convertirnos en otras personas. La Alejandra entró a estudiar Enseñanza Básica en la misma universidad en que yo estudiaba literatura. Dejó cosas inconclusas antes como yo lo haría después.

Después supe cosas vagas. Que se había embarazado, que tenía problemas psicológicos al igual que su mamá, que dependía de las pastillas y otras paladas de tierra a su recuerdo. Hasta que por azar, el año pasado supe de ella. Un amigo arrendó un depto con una amiga cuya hermana convivía con el Pelado Cornejo, el jefe del curso. En la fiesta de inauguración del departamento me contó un poco en qué estaban todos, lo típico: secretariado, guaguas, promesas truncas y crisis de pánico.

La Alejandra había muerto en un accidente automovilístico. Su niño se había salvado. Su funeral fue la única instancia que reunió al curso en una década. Y estaban todos menos yo. “Imposible ubicarte Vadim”, y yo pensaba en la teoría de los seis grados de separación. Murió y no lo supe hasta un año después. Y me hizo pensar -maldito egoísta- en mi primera compañera muerta. Linda, triste y medio loca. Un gran personaje.

Miro su perfil del anuario 92. Foto para la posteridad con palabras de buena crianza y bordes tenues. El retrato de un futuro que duró nueve años. No fue nada mío. Sólo una compañera a quien mirar en el recreo y de quien reírse en los pasillos. Una biografía grisácea sin puntos suspensivos.

2 comentarios:

Camilo dijo...

Ya estamos online. www.disorder.cl numero 9.
Y mira que es chico stgo. Resulta que una colaboradora esta en taller contigo.
Saludos.

CCGA dijo...

uf!

que fuerte leer eso. es un mazaso. te hace recordar que nadie tiene la vida comprada.